martes, 22 de octubre de 2013

Los días raros

Finalmente, el pasado viernes y sábado decidimos posponer la visita al Mar Negro y doce de nosotros nos marchamos a Plovdiv (todos menos los georgianos). Fueron dos días intensos en los que prácticamente viví en McDonalds (ojos en forma de corazón cuando lo vi en la calle principal). Plovdiv no tiene nada especial, es una ciudad grande (la segunda de Bulgaria), pero 700.000 habitantes no es nada realmente. Tiene una zona vieja bonita, un mirador rodeado de ruinas romanas y tiendas que valen la pena (no como las de Sliven, que aquí comprarse alguna prenda bonita, es casi imposible).

El viernes empezó con un trayecto en autobús de tres horas bastante molesto, dado que nos vendieron billete a los doce, pero sólo había cinco asientos libres. Así que, una fiesta porque varios fueron de pie. Una vez en Plovdiv, fuimos al hostal (bastante mejor que el de Veliko Tarnovo y casi el mismo precio), donde teníamos reservada una habitación con seis literas. Fuimos a comer (ya sabéis a donde) y luego pateamos toooda la tarde. 

Plovdiv nos recibió con un tiempo casi veraniego

Anfiteatro en la zona vieja de la ciudad

Otoño en Plovdiv, con Stefano y Francesca

Haciendo el tonto en la calle principal...

Después de cenar (ya sabéis donde), descansamos un rato en el hotel y nos fuimos al Central Perk. ¡Sí, el bar homenaje a Friends! Francesca y yo parecíamos dos niñas pequeñas y concordamos en que era lo mejor de Plovdiv... Los camarerxs con el delantal de la serie, la señal de 'Service' de la serie, media canoa decorativa en honor a Joey y Chandler, el sofá de la serie, el escenario del 'Smelly cat' (título que además era la clave wifi del local... ♥). En definitiva, un bar para muchos, pero EL bar para muchos otros.

Menú de bebidas

EL sofá (con Francesca y Erica)

El capítulo de la canoa es insuperable

Boda de Chandler y Mónica ♥

Creo que nunca olvidaré esta serie

La mañana del sábado, visitamos el parque de la ciudad y tras comer, nos dedicamos a comprar souvenirs o cosas de las que no estábamos tan seguros el día anterior. Lo más problemático fue el viaje de vuelta. Probamos con autostop (algo que era difícil que funcionara dado que éramos muchos). Fue divertido, pero no dio resultado. Eso implicó que fuéramos a la estación de tren al tren de las 19 horas, que por supuesto, no existía. Así que todo derivó en que tuvimos que coger el mismo tren infernal que cogí yo mi primer día a las 23.20. Menos mal que esta vez no estaba sola :_)

Momento autostop

 Vuelta a casa en el tren hotel del infierno

El domingo por la mañana tuvimos una actividad en una escuela. A parte de nosotros hacer cosas para los niños, luego tuvimos la oportunidad de acudir a otros talleres y clases de idiomas. Entre otras cosas, me vestí con el traje típico búlgaro, algo que nunca pensé que haría.

Clases de italiano en el festival escolar

 Stéfano y yo, búlgaros desde la cuna...

Por la tarde, habíamos pensado en subir a Karandila, las montañas de Sliven, pero estábamos demasiado cansados, así que lo pospusimos para el lunes. Lunes en el que diez minutos antes de marchar apareció mi amiga, la señora, diciendo que nos preparáramos para ir a repetir el flashmob y repartir flyers. Así que lo cambiamos para esta mañana, pero hemos tenido que posponerlo otra vez porque ha venido a decirnos también a última hora, que debemos ir dentro de un par de horas a la Youth House y después a una escuela a bailar de nuevo.

Ay, esta señora. Se está ganando mi odio a pulso. No es que no me gusten las actividades que hacemos. Al contrario, me encantan, me encanta el proyecto. El problema es que nunca avisa de nada con antelación y luego lo quiere todo siempre para ya. Como por ejemplo el Youth Pass, que ahora hay que tenerlo listo para el jueves a primera hora... y ninguno de nosotros lo hemos empezado, lógicamente. Es absurdo hacer el certificado de competencias adquiridas antes de que tenga lugar el Festival, que es el punto clave y el objetivo de este SVE. 

Son los días raros por eso, porque hacemos planes de algo y nos los deshacen poco antes de llevarlos a cabo. No es que quiera volver a casa. A veces sí, tengo morriña, pero a terra é a terra e ninguén aquí entenderá iso. Simplemente me fastidia que un proyecto tan bonito como este lo esté empañando su máxima responsable a causa de su vagancia e incompetencia. 

Así que venga, a pensar en esta semana. En una posible subida a Karandila en los próximos días. En un Festival que tendrá lugar ya este viernes. En un fin de semana en el que queremos viajar a Burgas, Varna y Nessebar, si los horarios de tren y bus nos lo permiten. 

Lo que no quiero es pensar en la fiesta de despedida del 29, pero es un poco inevitable porque está ya ahí, a nada. El mes ha volado entre cervezas, viajes, actividades, risas. Un mes inolvidable en el que aún me queda mucho por sumar.

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